La sangre es un tejido líquido que regula el transporte del oxígeno que recoge en los pulmones a todos los tejidos del cuerpo, y elimina el dióxido de carbono transportándolo desde los tejidos hasta los pulmones.
Los componentes sanguíneos son:
Glóbulos rojos o hematíes: Son las células más numerosas de la sangre. Se encargan de transportar el oxígeno. La proteína que se encuentra en el interior y que une el oxígeno se llama hemoglobina.
Glóbulos blancos o leucocitos: Se ocupan de defender el organismo contra las infecciones.
Plaquetas o trombocitos: Participan en la protección de la pared de los vasos sanguíneos, forman un “tapón plaquetario” para impedir el sangrado en el lugar de la lesión y producen diversas sustancias que ayudan a la cicatrización de las heridas.
Plasma: Es la parte líquida de la sangre y es muy rico en proteínas.
Se han descubierto muchos sistemas de grupos sanguíneos. Entre todos ellos destacan, por su importancia inmunológica a la hora de la transfusión, los grupos pertenecientes a los sistemas ABO y al RH.